martes, 26 de octubre de 2010

Batalla espiritual , Desafio a la Gran Comisión

Verso clave Efesiso 1:9-10
1:9 dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en si mismo,
1:10 de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra.


Aunque muchos de nosotros queremos explicar el mal como una personificación meramente conceptual, o el autor desconocido y fantasioso a la vez de nuestras desgracias, el mal (entendiendolo como Satanás) es un ser viviente real espiritual y pervertidor, es una terrible realidad (estamos concientes que el mal absoluto, no existe y gracias a Dios). Sin embargo la verdad es que hoy día se da muy poca importancia a este asunto.

La influencia demoniaca sobre las personas, así como sobre comunidades o sociedades enteras es un punto importante en nuestra doctrina, al demonio, se le conoce como Lucifer, que quiere decir lucero o estrella de la aurora (Isaías 14), como el príncipe de las potestades del aire, comandante de miles de ángeles rebeldes (Ef. 2:2 y 6:10), como Beelzebú, el príncipe de los demonios (Mat.12;24 ), como mariscal sobre millones de espíritus inmundos que plagan la tierra (Lucas 11:24).

¿Qué es la guerra espiritual?

La verdad Cristocéntrica es que existen 2 reinos: El Reino de Dios y el reino de satanás, y estos dos reinos están en conflicto. Para entender bien qué significa esta guerra en el plan de Dios para nosotros, tenemos que comprender que Dios tiene un plan para nosotros.

El plan de Dios en Cristo es establecer su Reino en toda la creación, no solo en los seres humanos, sino también en las fuerzas espirituales buenas y malas del universo. El plan de Dios es poner orden y poner su reino sobre todo lo que ha creado.

Como expresa Efesios 1:7-10 " todo tenga a Cristo por Cabeza, lo que está en los cielos y lo que está en la tierra ".

El plan de Satanás es impedir el plan de Dios o, al menos, atrasarlo lo más posible. Esta es la guerra espiritual.

En este punto debemos cuidarnos de 2 grandes extremos:

El primero que insiste en decir (como comentábamos al inicio) que no hay ningún Satanás, ni ninguna guerra espiritual, puesto que el diablo fue derrotado en la Cruz.

Por supuesto que Satanás fue derrotado en la Cruz por la sangre preciosa de nuestro Señor, pero nuestra redención final no ha llegado, Satanás y sus ángeles serán echados en el infierno junto con todas aquellas personas que voluntariamente han rechazado el sacrifico de Cristo.

El otro extremo es echarle la culpa a Satanás de todo lo que pasa, o a los demonios, el demonio de esto, el demonio de lo otro, todo es un demonio, vemos demonio por todos lados.

La pregunta para esta opinión es: ¿y acaso nosotros no somos responsables por nuestros actos, es que lo que hacemos no trae consecuencias, no se aplica en nosotros la ley de la siembra y la cosecha?.

Debemos cuidar de no caer en ninguno de los 2 extremos: definitivamente existe el diablo y sus demonios, estamos en guerra con ellos, pero también somos responsables de nuestros actos y ellos tienen sus consecuencias.

Ahora bien, si acordamos que hay una guerra, la pregunta siguiente es: ¿Cómo es esta guerra?

El Maligno ha existido y ha hecho guerra desde el principio. Cuando Dios creó al hombre y a la mujer, la Serpiente estaba ahí preparada a luchar. Empieza con una mentira: cuando Eva le cuenta las palabras de Dios de no comer ni tocar el fruto del árbol, la serpiente contesta (Gen. 3:5) "No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal" Eva meditó esto, vio que el fruto era bueno para comer, agradable a la vista, y excelente para lograr sabiduría... puso su razonamiento por encima de su obediencia a Dios... Primero pecaron los ángeles en rebeldía y soberbia, luego peco el hombre en rebeldía y soberbia.

Con la caída de Adán, nosotros, sus descendientes, nos identificamos con Satanás en su culpabilidad y rebeldía y quedamos sujetos a condenación. Perdimos lo que era el plan de Dios para nosotros. Pero Dios tuvo misericordia de nosotros y le prometió a su pueblo un salvador, para concedernos "que libres de manos enemigas, podamos servirle sin temor en santidad y justicia delante de El todos nuestros días" (Lucas 1:74­75). Jesús vino en obediencia y humildad , derramo su sangre en una cruz y dice San Pablo (Rom.5:1) "Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo." Y Rom.8:1 "Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús."

La guerra está ganada, pero las batallas siguen, pues el diablo hará todo lo posible para que no estemos unidos a Cristo y para que no hagamos nuestra Su victoria.

La primera trinchera de esta guerra por llamarla así, es pues la guerra y batalla que tenemos para mantenernos firmes en el Señor y no pecar, es la mente el primer campo de batalla, existe un conflicto entre nuestras 2 naturalezas, del cual nuestro enemigo se aprovecha.

Esta lucha está ilustrada de muchas maneras en la palabra, pero magistralmente ilustrada por Pablo (por inspiración divina por supuesto :) ) en el capítulo 7 de Romanos:

7:14 Porque sabemos que la ley es espiritual; mas yo soy carnal, vendido al pecado.
7:15 Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago.
7:16 Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la ley es buena.
7:17 De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí.
7:18 Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo.
7:19 Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago.
7:20 Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí.
7:21 Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí.
7:22 Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios;
7:23 pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros.
7:24 ¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?
7:25 Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado.

Esta guerra nunca termina, existe y punto, te sumas o no. Y recordemos que "El que no esta conmigo, esta contra mí, y el que no recoge conmigo, desparrama."No existen los espectadores. Dicho de otra forma: No hay zonas de batalla y zonas neutrales. No existen refugios donde meterse y descansar. TODO ES LUCHAR.

Pero, ¿qué significa esto para nosotros, para nuestras familias, para el mundo?

Significa que, aunque Dios, en Cristo, ya ha vencido a Satanás en la cruz, Satanás sigue peleando contra el pueblo de Dios en todos los frentes.

Satanás se dice a sí mismo: "Perdí la guerra, pero esta batalla la gano yo".

De manera que el enemigo va a estar bombardeando nuestras mentes, con acusaciones, inseguridad, miedos, culpabilidad, depresiones, deseos perversos o incontrolados.

Significa que las familias cristianas, que tratan de seguir el plan de Dios en sus vidas, van a ser atacadas. La unidad, la paz, el amor, el servicio son cosas que hay que destruir, según el maligno. Por eso vemos en el mundo guerras, hambre, violencia, ambiciones; se ama el dinero más que la rectitud; la búsqueda de placer es interminable y las familias se deshacen más y más.

De allí la importancia de alimentar el espíritu como bien expresa gálatas 5

Recordemos que desde nuestra conversión ya hemos estado en batalla, de hecho nuestra decisión por Cristo fue una gran batalla, lo recuerdan? Muchas cosas que no queríamos dejar atrás, muchas culturas y tradiciones, principios propios y heredados, pero para la gloria de Dios, fuimos victoriosos, esa lucha continua diariamente cuando somos tentados y volvemos a decidir por Cristo día a día, en nuestra casa, en nuestro trabajo, en nuestra escuela.

Pero ni por un momento pensemos que podemos ganar por nuestras propias fuerzas, gracias a Dios (y esto no es solo un dicho :) ) no estamos solos. Dios no nos ha dejado solos. En 2 Cor. 10: 3 leemos: "Pues aunque vivimos en la carne no combatimos según la carne. ¡No!, las armas de nuestro combate no son carnales, antes bien, para la causa de Dios, son capaces de arrasar fortalezas. Deshacemos sofismas y toda altanería que se subleva contra el conocimiento de Dios y reducimos a cautiverio todo entendimiento para obediencia de Cristo." Podemos en Cristo derribar fortalezas.

Continuará...

Que dios les bendiga….

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